El rancho (II)



La ducha estaba al otro lado del patio de cemento. Allí se colocaba la manguera sobre un enganche y se introducía por la boca de un canasto de plástico, se mezclaba con el agua caliente que había ya dentro, y poco a poco, a través de unos agujeritos hechos a navaja iba resbalando sobre el pelo. Apenas caía suficiente para empaparse.

Extendió la toalla sobre el suelo del patio y se recostó al sol. Al rato, casi en duermevela, escuchó ruidos, como si una grúa del puerto dejara caer pesadamente cajas y cajas de pescado sobre el muelle. El aire viciado y pesado, con todas esas partículas de polvo amarillento, hizo que se diera cuenta de la tontería. La figura de Balbina apareció en el marco de la puerta. Hoy llevaba una peluca de pelo largo y oscuro, brillaba sintéticamente sobre sus hombros. La miró, sonrió y se acurrucó junto a ella. Luego, poco a poco, se fue desnudando.

La Cacatúa volaba en círculos sobre ellas, hasta que se apoyó sobre uno de los árboles del patio. Su mirada hizo que se vistiera y arropase con la toalla, miró inquieta el cuerpo desnudo de Balbina y nuevamente a la Cacatúa, apenas tuvo tiempo de volver a girar la cabeza, las garras ya rasgaban el cuerpo desnudo de Balbina, ni siquiera gritó. La espantó con la toalla y emprendió el vuelo.

*****

Acarició con la palma de la mano la piel abotargada de Balbina, algunas zonas comenzaban a hincharse y amoratarse alrededor de las heridas ensangrentadas. Mojó un paño en agua tibia y las limpió soplando sobre ellas. Fue machacando, junto al aceite de hipérico, tomillo y hojas de abedul y tomatera. La Cacatúa estaba al otro lado del cristal, mirándolas.

¿Has conocido al Doctor?
¿A Doc?
Sí –sonrió un poco- a Doc.
Ajá.
No hagas mucho caso de nada de lo que te diga. Mi consejo es que evites a Doc, no es de fiar. Te robará tu historia, dirá que es suya y cuando se meta en líos te la devolverá para que te apañes.
Hubo un largo silencio. En parte porque no entendió a qué se refería y en parte porque quién era él y quién le había pedido ningún consejo.
Comenzó a colocar los emplastos sobre las heridas de Balbina, este empezó a gimotear.
No te quejes ahora, que lo peor ya pasó. Dime ¿A qué te dedicas?
Soy un Nuevo Migrante.

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